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CAP�TULO III

 

DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL

 

Declaraci�n Americana

Art�culo I. 

Todo ser humano tiene derecho... a la seguridad de su persona.

Art�culo XXV (3):

Todo individuo que haya sido privado de su libertad tiene derecho a que el juez verifique sin demora la legalidad de la medida y a ser juzgado sin dilaci�n injustificada, o, de lo contrario, a ser puesto en libertad.  Tiene derecho tambi�n a un tratamiento humano durante la privaci�n de su libertad.1

 

          1.          Se ha denunciado a la CIDH violaciones del derecho a la integridad f�sica, ps�quica y moral de diferentes personas, inclusive miembros de los partidos de oposici�n, estudiantes, personas activas en las labores de la Iglesia Cat�lica, grupos campesinos y organizaciones de trabajadores.  Estos atentados, seg�n las alegaciones, se cometen com�nmente en el caso de los presos pol�ticos y, masivamente, en las �reas rurales del pa�s. 

A.       La Ley Salvadore�a 

          2.          La Constituci�n Pol�tica de El Salvador prohibe �toda clase de tormentos� (Art. 168).  La protecci�n de este derecho a la integridad de la persona, est� contemplada inicialmente en el C�digo Penal en el cual se se�alan como delitos las lesiones personales, la agresi�n, la violaci�n sexual y los abusos deshonestos, el rapto con fines er�tico-sexuales, la coacci�n y las amenazas (Arts. 170-176/192-200). 

          3.          Las disposiciones espec�ficas con respecto al tratamiento de personas detenidas por las autoridades o recluidas en establecimientos penales son las siguientes:

 

         1) El encargado de la custodia o conducci�n de alguna persona detenida o condenada, que cometa contra ella actos arbitrarios o la someta a castigos disciplinarios no autorizados por los reglamentos respectivos, ser� sancionado con prisi�n de uno a tres a�os, a no ser que los hechos constituyan un delito m�s grave (C�digo Penal.  Art. 222).

 

         2) Toda vejaci�n o tortura a personas detenidas por los �rganos auxiliares en la investigaci�n de un hecho, har� incurrir en las responsabilidades penales a que haya lugar, tanto a quienes dieren las �rdenes como a los ejecutores materiales (C�digo Procesal Penal, Art. 139).

 

         3) Los funcionarios y agentes auxiliares responder�n por las infracciones legales que cometan en el curso de sus funciones (C�digo Penal Procesal Art. 144).

 

         4) La ejecuci�n de las penas y medidas de seguridad estar� exenta de torturas y de actos o procedimientos vejatorios.

 

         El personal penitenciario o de los centros de internaci�n que ordenare realizar o permitir tales abusos, estar� sujeto a las medidas disciplinarias que se determinen, sin perjuicio de la responsabilidad penal en que pudiera incurrir (Ley del R�gimen de Centros Penales y de Readaptaci�n, Art. 5.).

 

          4.          Los jueces de primera instancia de cada distrito, del ramo penal, est�n encargados de la vigilancia de os centros penales (Arts. 688-689, C.P.P.).  Es su deber visitar por lo menos tres veces al a�o los establecimientos penales (Art. 692, C.P.P.) para enterarse del trato que se da a los reos y cerciorarse de que no sufran privaciones o incomunicaciones ilegales.  Vigilan que no haya persona alguna detenida en forma ilegal (Art. 691, C.P.P.), informan a los imputados del estado de su causa, y avisan a los condenados respecto del fallo definitivo y la fecha del cumplimiento de su condena (Art. 695, C.P.P.).  Si encuentra a un reo enfermo, pueden disponer su traslado a un centro de salud del Estado o a una instituci�n particular (Art. 701, C.P.P.).  

B.          Tratamiento de las Personas Detenidas  

          5.          A pesar de la existencia de una legislaci�n adecuada para la protecci�n de la integridad personal de los presos, muchas denuncias dirigidas a la Comisi�n alegan que el abuso y la tortura de las personas detenidas es frecuente en El Salvador, especialmente en el caso de los presos pol�ticos.  Para dar a conocer en resumen la naturaleza de los apremios f�sicos y mentales que m�s se alegan, se transcribe a continuaci�n un estudio preparado por un reclamante en base a alegaciones de varias personas ya liberadas:  

         Las formas utilizadas en la Guardia Nacional para deteriorar f�sica y psicol�gicamente a los reos, consisten en:

 

         1. POSICI�N DEL REO:

 

         Una de las formas m�s com�nmente usadas particularmente en los per�odos iniciales de detenci�n, o cuando no se ha determinado la conducta definitiva a seguir con el detenido, es mantenerlo acostado en una cama met�lica y fijado a ella por medio de esposas en manos y pies.  Esta posici�n dura pr�cticamente las 24 horas del d�a, generalmente interrumpida s�lo por unos tres o cinco minutos en la que �l es conducido por sus captores a los servicios sanitarios.  Dada la escasa movilidad que permite esa posici�n, combinado por una alimentaci�n muy deficiente, el adelgazamiento es r�pidamente progresivo.  Esa posici�n, unida al hecho de mantener vendado al reo, tambi�n conduce a una sensaci�n de impotencia, temor e inseguridad. En otras ocasiones, cuando la �clientela es mucha y no se dispone de suficientes camas, los reos son mantenidos acostados en el suelo, unidos entre s� por una cadena com�n, a la cual est�n fijados por esposas y adem�s se les esposa las manos�.

 

         Cuando los reos van a estar detenidos durante per�odos prolongados, se les traslada a celdas sumamente peque�as de 1.50m. por 1 metro, o de 1 metro cuadrado, donde generalmente se les libera de las esposas y se les retira la venda.  Dadas las dimensiones de �stas y del hecho de que a veces son utilizadas por varios reos, �stos tienen que adoptar posiciones sumamente inc�modas y da�inas para el organismo.  Generalmente el reo tiene que dormir con sus miembros inferiores, completamente flexionados, o reclinados en la pared.

 

         En general, para la mayor parte de los casos se utiliza una combinaci�n de estos m�todos.

 

         Por referencias de JUAN JOS� YANES, se sabe que en la Polic�a Nacional se les aplica el sistema de mantenerlos parados en cajas rectangulares, sumamente estrechas, que conducen a una �stasis de l�quidos corporales en los miembros inferiores, p�rdida de conciencia, etc., cuya gravedad est� en relaci�n directa con el tiempo de aplicaci�n del sistema.

 

         2. ALIMENTACI�N:

 

         La alimentaci�n b�sica consiste en tortillas de ma�z y frijoles; sin embargo existen variantes.  En los primeros d�as de reclusi�n generalmente se priva completamente de alimento al reo. Posteriormente la alimentaci�n consiste en los famosos �yo-yos�, constituidos por dos tortillas con frijoles en medio, aunque a veces, particularmente hacia el mediod�a, suelen agregarle un poco de arroz. Esta alimentaci�n se repite durante los tres tiempos, aunque seg�n las condiciones pol�ticas, seg�n las condiciones de intensidad de trabajo, pueden ser disminuidas a dos tiempos, e incluso a un tiempo: Concretamente, desde el caso BURGONOVO a la fecha, s�lo proporcionan dos tiempos.  La situaci�n es m�s dif�cil para los que van a estar menos tiempo, es decir para los que mantienen esposados a las camas o en el suelo, puesto que los que ya est�n en celdas para permanecer un tiempo mayor disponen de platos para su uso, donde la cantidad de alimento puede ser un poco mayor e incluso ocasionalmente reciben lo que los reos llaman �la tercera palabra�, que puede ser, o unos cinco gramos de queso, o tomatada, o un huevo cada tres meses aproximadamente.

 

         Nunca el reo dispone de fruta, verdura, leche o carne. La alimentaci�n es fundamentalmente a base de hidratos de carbono.

 

         El agua es obtenida del tanque del servicio sanitario; este tanque permanece abierto, de manera que se encuentra la presencia de insectos y suciedad en su interior.  El que est� esposado a las camas, generalmente s�lo dispone de agua una vez al d�a, en cambio el que est� en las celdas para largo plazo, dispone de agua dos veces al d�a.

 

         3. AMBIENTE.  INCOMUNICACI�N:

 

         Ya hemos descrito las dimensiones de las celdas, agravadas seg�n el n�mero de reos que las ocupen.  Existen algunas celdas que son completamente oscuras y cuya ventilaci�n es �nicamente por agujeros de un cent�metro, en la puerta.

 

         Otras celdas disponen de peque�as celos�as de unos 30 x 20 cm., desde las cuales puede verse el mundo exterior.  No existe mobiliario.

 

         El reo no dispone de comunicaci�n o informaci�n del mundo exterior, excepto la que algunas veces le proporcionan los carceleros, o la de los reos que van ingresando recientemente.  Naturalmente se desarrollan algunas formas furtivas, principalmente a base de peri�dicos viejos que son proporcionados por los carceleros para el uso en el servicio sanitario.

 

         4. HIGIENE.  ENFERMEDAD:

 

         Durante los cinco meses y medio de estancia en la prisi�n, s�lo hubo un ba�o, por razones de higiene y dos veces m�s por diversa motivaci�n.  Una, para hacer creer que iba a ser liberado y otra hacia el d�a de la liberaci�n.  En las celdas s�lo en una ocasi�n se pudo hacer limpieza por los mismos reos, proporcion�ndoles agua y antis�ptico (creolina).

 

         Si alguien se enferma es imposible obtener medicamentos. En las pocas ocasiones que esto se logr� fue en cantidad sumamente insuficiente y a juicio de los carceleros.  La enfermedad m�s frecuente, que es la diarrea, se la tratan los mismos reos coloc�ndose en ayudas. Otro de los problemas frecuentes con lo que se enfrenta el reo, es la presencia de numerosas cucarachas y de algunas parasitosis del cuerpo (ped�culosis), para lo cual tampoco es posible obtener medicamentos.

 

         5. TORTURAS:

 

         Las habituales en la Guardia Nacional son los choques el�ctricos.  Los golpes son frecuentes en los interrogatorios y se realizan con bastones de madera, cil�ndricos o planos.  Parece que el m�todo de �capucha� es m�s usado en la Polic�a Nacional y otras instituciones.

 

          6.          La existencia de las celdas descritas en el aludido estudio consta a los funcionarios de la CIDH integrantes de la Comisi�n Especial que visit� El Salvador. Despu�s de la primera inspecci�n realizada en la sede de la Guardia Nacional en San Salvador, la Comisi�n Especial recibi� informaci�n de que hab�a celdas secretas en ese local, extremadamente estrechas y oscuras, que se encontraban en el tercer piso del edificio en la parte trasera y a las cuales se sub�a por una escalera de madera.  El d�a martes, 17 de enero, los funcionarios volvieron a inspeccionar el edificio, orientados por un dise�o del lugar y subieron por la escalera indicada. Encontraron en aquel recinto un cuarto que correspond�a al lugar de interrogaci�n que se les hab�a descrito.  Tomaron nota de una mesa sobre la cual hab�a unos aparatos el�ctricos que podr�an haberse utilizado para aplicar choques como se les hab�a denunciado, y de un espejo que aparentaba ser transparente.  En respuesta a sus preguntas se les afirm� que ese cuarto era utilizado por el fot�grafo, afirmaci�n negada poco despu�s por el fot�grafo mismo.  Caminaron por el pasillo que, seg�n las denuncias, era usado para mantener atados y vendados en sommiers a los detenidos, y vieron una cantidad de sommiers, amontonados en un pasillo y tapando una puerta.  Haciendo quitar los sommiers, los funcionarios descubrieron locales cuyas caracter�sticas correspond�an exactamente a las denunciadas celdas secretas.  Una de ellas, con puerta de hierro, med�a aproximadamente un metro por un metro, y era completamente oscura, con las paredes cubiertas de cucarachas. Usando una linterna el�ctrica, los funcionarios de la Comisi�n Especial encontraron el nombre y las iniciales de algunas de las personas que se denunciaron haber estado presas all�.  

          7.          Al solicit�rsele informaci�n sobre el uso de los cuartos peque�os y celdas del tercer piso, los miembros de la Guardia Nacional que acompa�aban a los funcionarios de la Comisi�n Especial expresaron que �stos se usaban solamente para borrachos hasta que se les pasaba la borrachera, y que se utilizaban para guardar explosivos que deb�an estar en la oscuridad.  

          8.          Para que se pueda conocer en detalle algunos de los casos en que se alega la violaci�n de la integridad de la persona, y as� apreciar mejor las denuncias generales de este tipo de violaci�n de los derechos humanos, se transcriben, a continuaci�n, las partes pertinentes de algunas de las comunicaciones recibidas hasta la fecha de la visita de la Comisi�n Especial a El Salvador.  Todas estas denuncias se encuentran en tr�mite seg�n el procedimiento establecido para casos individuales presentados a la Comisi�n.  

                    1.          Caso 2806  

          V�ctor Manuel S�nchez Bonilla, obrero y miembro del Partido U.D.N., fue capturado con el estudiante Alfredo El�as Orellana, el d�a 12 de octubre de 1975. Este �ltimo narra c�mo fueron tratados:  

         Cerca de la 1:00 p.m. se nos env�an esposados hacia San Salvador en un jeep Willys de la Guardia Nacional custodiados por cuatro agentes y llegamos a las 4:00 p.m. al cuartel de dicho cuerpo, donde nos obligan a desnudarnos totalmente, nos cubren la cabeza con unas capuchas de lona, nos dan fuertes golpes en el est�mago y nos meten dentro de celdas individuales, muy estrechas, donde s�lo se cabe de pie.  Horas m�s tarde me sacan y vuelven a golpearme con pu�os y pies, sin preguntar nada.  Me llevan a la oficina y comienzan a interrogarme sobre los generales, me toman fotograf�as y huellas digitales y luego me encierran en la "bartolina� de pie.  No me dan todo ese d�a agua ni comida.

 

         Lunes 13 de octubre: Por la ma�ana me sacan y all� mismo comienzan a golpearme.  De nuevo me llevan a una oficina y empiezan otro interrogatorio.  Con cada pregunta y cada respuesta ven�a un acompa�amiento de golpes.  Me llevaron a la bartolina hasta la tarde, despu�s de muchas horas consumidas en este interrogatorio.  Cuando se hace el silencio con el avance de la noche se oyen incluso los peque�os ruidos.  Oigo abrir bartolinas y sacan a alguien, luego se oyen gritos; la voz parece la de V�ctor Manuel.  En la madrugada, cuando han comenzado a entrar los ruidos de la ciudad, abren de nuevo las bartolinas y dejan a alguien que result� ser V�ctor, quien me cuenta que lo golpearon y le pusieron electricidad.  Ese d�a tampoco nos dan comida ni agua para beber.

 

         Martes 14 de octubre: Me dejan en la celda todo el d�a.  A V�ctor Manuel lo sacan por la ma�ana y yo lo veo por un agujero de la puerta, ya que he logrado quitarme la capucha.  Lo traen hasta por la tarde y me dice que lo golpearon mucho m�s y le aplicaron m�s descargas el�ctricas.  Ese d�a tampoco recibimos agua ni comida.

 

         Mi�rcoles 15 de octubre: Me sacan por la ma�ana y me golpearon al salir de la bartolina.  Me conducen a una oficina y me repiten el interrogatorio del lunes, s�lo aumentando algunas preguntas.  Adem�s me quieren hacer creer que V�ctor Manuel les ha dicho que juntos colocamos la bomba en la Guardia Nacional de San Miguel, me abren la esposa de una mano, me dan con qu� escribir y me dictan nombre de explosivos.  Como de costumbre, con cada pregunta y cada respuesta vienen los golpes y ahora tambi�n las descargas el�ctricas.  A eso de las 5:00 p.m., me devuelven a la celda. V�ctor Manuel me habla para preguntarme c�mo estoy.  Hemos pasado un d�a m�s sin agua ni comida.  Van ya cuatro d�as de ayuno.

 

         Jueves 16 de octubre: Por la ma�ana sacan a V�ctor y le preguntan: �C�mo haces para comer?  Cerca de una hora despu�s me sacan a m� y tambi�n me pregunta el carcelero: �C�mo haces para comer? Le contesto que no he comido.  Me dan de comer y beber, buscan mi ropa y me hacen vestir.  Desde el domingo hemos estado desnudos, esposados y encapuchados.  Me llevan a una bartolina m�s amplia y me dejan dentro sin esposas y sin capucha.  All� encuentro a V�ctor Manuel, quien me dice que est� muy golpeado, que le hab�an puesto los electrodos en la boca y le dieron all� dolorosas descargas el�ctricas.

 

         2. Caso 2807

 

          Enrique Garzona Olivo fue detenido por la Guardia Nacional el d�a 2 de noviembre de 1975:  

         Desde ese primer d�a le empezaron a torturar, tanto f�sica como moralmente; choques el�ctricos en todas partes del cuerpo hasta quedar totalmente agotado, la capucha y las flagelaciones.  Este fue el tratamiento que le dieron todos los d�as; despu�s de las largas sesiones de tortura le pasaban a celdas de castigo, sin ropa.  Eran celdas h�medas en las que s�lo cab�a una persona y donde no se pod�a dormir, ni de d�a ni de noche, por su estrechez y humedad.

 

         Entre otras torturas que le aplicaron, le hicieron pasar sin agua ni alimentos; una vez tan s�lo en los diez d�as que estuvo preso en el cuartel de la Guardia Nacional, le dieron un par de tortillas con sal. Esto es una amenaza de muerte constante; le repiten a uno que �como pol�tico enemigo al gobierno, lo que m�s le conviene a �ste es que uno muera de hambre�.

 

         3. Caso 2891

 

          El reclamante cita un documento publicado atribuido a Rodolfo Mariano Jim�nez:  

         Yo, Rodolfo Mariano Jim�nez, fui capturado el 22 de mayo de 1976 en una agencia de alquiler de veh�culos de la Compa��a Avis en San Salvador, por agentes de la llamada Secci�n Especial, vestidos de civil, fuertemente armados de metralletas y en n�mero de siete, que de inmediato procedieron a golpearme salvajemente para introducirme en un veh�culo.  Luego me condujeron al garage del cuartel general de la Polic�a Nacional donde continuaron golpe�ndome hasta hacerme perder el conocimiento; horas despu�s, autorizados por un oficial de la Polic�a Nacional, a quien no puede verle la cara porque me ten�an vendado y esposado, pero que logr� verle el uniforme, me condujeron al Cuartel General de la Polic�a de Aduana ya que ah� funciona el Cuartel Central de la Secci�n Especial (Polic�a Pol�tica) donde me tuvieron en calidad de secuestrado durante m�s de dos meses.

 

         Durante ese tiempo me mantuvieron esposado de pies y manos y adem�s inmovilizado sobre una cama, vendado de los ojos.  Ciertos d�as el trato se endurec�a, continuaban golpe�ndome mientras estaba esposado, aplic�ndome descargas el�ctricas en diferentes partes del cuerpo incluso en la cabeza, dobl�ndome los dedos hasta casi quebr�rmelos, manteni�ndome desnudo algunos d�as y siempre me encontraba vendado.  Otras veces me sumerg�an la cabeza dentro del agua de los inodoros hasta dejarme extenuado.  Esto fue en diferentes momentos de esos dos meses, entre mayo y julio.  El mismo jefe de la Secci�n Especial y Director General de la Polic�a de Aduana, el Teniente Juan Bautista Garay, me enter� de que el Presidente Molina estaba al tanto de mi secuestro y que el alto mando de la Fuerza Armada iba a decidir qu� hacer con mi caso, as� pues, seg�n las palabras del Teniente Garay, el alto mando aprueba estos procedimientos.

 

         A finales del mes de julio fui trasladado a la Secci�n II del cuartel general de la Guardia Nacional, siempre en San Salvador, donde despu�s de decirme el Teniente Castillo, jefe de dicha secci�n que yo estaba completamente en manos de ellos, que ah� de nada val�a lo que hiciera mi familia, pues jam�s me iban a presentar a los tribunales para ser juzgado y que mi destino iba a ser morir poco a poco, volvi�ndome loco en medio de enfermedades, incurables, me envi� a una peque�a celda de un metro cuadrado, completamente oscura, desnudo y esposado de los pies y con las manos esposadas hacia atr�s, de tal manera que si me llevaban comida, no pod�a tomarla con las manos.  Tres semanas despu�s me dieron un pantal�n sucio y me pasaron a una celda un poco m�s amplia, de 1.50 metros de largo por 0.70 metros de ancho y con unas peque�as entradas de luz, con unas hojas de peri�dico a manera de cama y en condiciones de higiene terriblemente malas en medio de las cucarachas y las ratas, pero por �pocas volv�an a trasladarme a la celda peque�a, ya que ten�an exceso de secuestrados.  En estas condiciones me mantuvieron hasta finales de enero del a�o 1977.

 

         Por supuesto que no era yo el �nico secuestrado, ya que en la Secci�n Especial hab�a, en el per�odo en que yo estuve, alrededor de ocho reos.  No pude verlos a todos pues me ten�an vendado y esposado y no me pod�a mover, sino que de algunos escuch� solamente sus voces y otros logr� distinguirlos por debajo de la venda. Pero ah� vi a uno que llamaban Neto, y que dec�an que hab�a sido capturado en febrero del a�o 76, lo ten�an con su esposa, ambos muy j�venes, de unos 22 a�os, y adem�s otro joven de unos 19 a�os a quien le dec�an To�o, originarios, seg�n parec�a, de la zona de San Vicente.  Luego a principios de julio llevaron a otros tres que hab�an sido secuestrados en Apopa y que eran originarios del Cant�n El Rodeo.  A todos nos manten�an esposados de pies y manos, vendados y tirados en el suelo o sobre los resortes de las camas.

  

          Rodolfo Mariano Jim�nez fue puesto en libertad el 28 de enero de 1977 como parte de un canje realizado por el E.R.P.  

                    4.          Caso 2892  

          El reclamante cita las declaraciones de Ana Guadalupe Mart�nez:  

         Yo, Ana Guadalupe Mart�nez, fui secuestrada el 5 de julio de 1976 en la ciudad de San Miguel, a 150 km. De la capital, por agentes vestidos de civil, de la Secci�n II de la Guardia Nacional desde ese momento fui sometida a innumerables vejaciones, torturas f�sicas y sicol�gicas entre ellas choques el�ctricos de manera selectiva tomando los principales plexos nerviosos, empezando por electrodos en ambos lados de las caderas, luego de un tercero sobre la mano izquierda, despu�s un cuarto electrodo en la vulva y el quinto electrodo en la regi�n lumbar de la columna vertebral; todo esto esposada de pies y manos, vendada de los ojos y sobre el suelo, haciendo pausas entre descarga y descarga para interrogarme y me dec�an: �Aqu� hemos hecho hablar a los hombres, no digamos a una mujer�; adem�s brutalmente violada por el sargento Mario Rosales que prestaba servicio en dicha secci�n y con el conocimiento de sus jefes.  Todo el tiempo de mi secuestro estuve aislada en una peque�a celda de dos metros de largo por 1.80 metros de ancho, a oscuras sin m�s ventilaci�n que un peque�o agujero de 5 cent�metros de di�metro. Todo el primer mes estuve vendada de ojos, esposada de pies y manos, algunas veces completamente desnuda.  En algunos per�odos me dejaban sin comer, y cuando la condici�n f�sica era muy mala me daban atenci�n para no dejarme morir y luego seguir interrog�ndome.

 

         Todo el tiempo de mi secuestro fue negada a mi familia, sin ser remitida a ning�n tribunal para formularme cargos y sin la m�nima posibilidad de juicio y de defensores, violando las m�s elementales normas de los derechos humanos.  Aproximadamente a las tres semanas de secuestrada, el Teniente Castillo, jefe de la Secci�n II de la Guardia Nacional, me lleg� a traer a mi celda y me dijo que era el se�or Presidente que iba a verme pero que no lo har�a directamente, sino que me iba a ver a trav�s de un espejo de doble cara que hab�a en uno de los cuartos de interrogatorio.  Asimismo, a los 15 d�as de estar secuestrada lleg� el Coronel Zalda�a quien me comunic� ser del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, a preguntarme en qu� condiciones me encontraba.  Estos hechos demuestran que toda la camarilla gobernante del pa�s est� enterada de la existencia de reos pol�ticos.

 

         Se encontraban varias personas en la misma condici�n de secuestrados por los cuerpos represivos del pa�s, entre ellos estaban hasta el momento en que yo sal�: el doctor Carlos Madriz Mart�nez capturado el 13 de julio de 1976 y negado hasta este momento por el Gobierno de El Salvador; Juan Jos� Y��ez, de 38 a�os, capturado en el mes de junio de 1976; Sergio Vladimir Arriaza Chavaer�a, capturado en septiembre de 1976; fue secuestrado por agentes de civil haci�ndose pasar por empleados de Migraci�n; Luis Bonilla, capturado en diciembre de 1976; Lil Milagro Ram�rez Huezo, capturada en el mes de noviembre del mismo a�o, junto con el Profesor Mario Rivera, miembro del Consejo Directivo de ANDES (Asociaci�n de Educadores Salvadore�os) y Ana Gilma Urquilla.  A estas dos compa�eras en el mes de enero de 1977 las pusieron en la misma peque�a celda junto conmigo.  Lil Milagros Ram�rez, hab�a estado secuestrada tiempo atr�s en el cuartel de la Polic�a de Aduana; all�, en dicho cuartel, esta compa�era hab�a visto 11 reos pol�ticos acusados de pertenecer al grupo clandestino de las Fuerzas Populares de Liberaci�n (FPL), los ten�an hacinados en una peque�a celda donde s�lo hab�a espacio para una cama, y los manten�an esposados de manos y pies a dicha cama, unos sobre ella y otros debajo sin posibilidades de movimiento, s�lo cuando los sacaban a hacer sus necesidades fisiol�gicas; de un compa�ero que llamaban F�lix y al parecer de apellido Guevara, capturado en el mes de febrero de 1976, las �ltimas noticias que tuve de �l fueron que se encontraba en el s�tano del cuartel central de la Polic�a Nacional y que se encontraba en condiciones f�sicas graves y sin comida.  Adem�s, durante toda mi permanencia en el cuartel central de la Guardia Nacional llevaban grupos de gente que las manten�an esposadas de pies y manos a camas de hierro sin colch�n, vendados los ojos y que pasadas 3 semanas o un mes se los llevaban; jam�s me enter� si los trasladaban a otras celdas; si eran remitidos a tribunales formul�ndoles cargos.  Fueron alrededor de 150 capturas y los manten�an en la forma antes dicha en el corredor del tercer piso de la Secci�n II de la Guardia Nacional.  Tambi�n quiero denunciar que me llegaron a ver dos miembros de la Polic�a Pol�tica (Servicio Especial) de Guatemala, acompa�ados del Mayor God�nez de la Polic�a de Hacienda. Esto demuestra la estrecha colaboraci�n y el uso de los mismos m�todos por parte de los cuerpos represivos de ambos pa�ses.

 

         5. Caso 2813

 

         Despu�s de haber salido del hospital, enfermo de apendicitis, Ricardo Antonio Mart�nez Flores, de la ciudad de San Salvador, fue secuestrado el d�a 8 de marzo de 1977, por agentes de la Polic�a Nacional, vestidos de civil.  Estuvo sometido a torturas f�sicas y psicol�gicas en un s�tano oscuro de ese cuerpo policial, sin comer, sin agua, por siete d�as, y desnudo.  Despu�s le trasladaron a la Polic�a de la Aduana donde estuvo dos d�as en un cuartito de 2 metros cuadrados aproximadamente, encadenado de pies y manos, sin comer, sin agua, y sin poder hacer sus necesidades fisiol�gicas.  Fue puesto en libertad el 16 de abril de 1977.

 

         6. Caso 2527

 

         Reina Orellana es una campesina de 18 a�os de edad, del Cant�n Conacaste, que fue apresada en Aguilares hacia el mes de mayo de 1977, junto con su hijo, Carlos Ricardo, de mes y medio de edad.  El motivo de la captura de Reina Orellana fue por ser la compa�era de M�ximo Guardado, miembro de una organizaci�n revolucionaria que fue asesinado en la misma localidad y hacia la misma fecha.  Los detenidos fueron conducidos a la Guardia Nacional, habiendo permanecido durante dos meses y medio, es decir, hasta el 7 de agosto de 1977; hacia esa fecha, el ni�o Carlos Ricardo alcanz� a cumplir los 4 meses de edad.  Ellos estuvieron en una celda de aproximadamente 3 x 2 metros, con una peque�a ventana ubicada hacia la puerta de la celda, de cerca de 40 cm. de lado, por donde les proporcionaban alimento.  Durante los dos meses de estancia en la c�rcel, el ni�o fue alimentado exclusivamente a base de leche materna, situaci�n que hacia los quince d�as antes de la liberaci�n, fue bastante dif�cil, por la disminuci�n de la productividad de la madre. Ella se aliment� durante ese per�odo exclusivamente a base de tortillas, frijoles y arroz.  En muy escasas ocasiones le proporcionaban leche en polvo para alimentaci�n del ni�o, que ella prefiri� tom�rsela.

 

         En la misma celda conviv�a otro reo.  Entre ambas se encargaban de la higiene del ni�o, de lavarle la ropa, etc., cosa que lo hac�an dentro de la misma celda, obteniendo el agua del tanque de servicio sanitario.  Durante el per�odo de estancia en la c�rcel el ni�o se enferm� de gripe y diarrea, sin que se pudiese obtener atenci�n m�dica, logrando �nicamente ocasionales medicamentos, a criterio de los carceleros.

 

         7. Caso 2854

 

         Alfredo Acosta D�az, miembro de la Directiva del Partido UPN, fue capturado el 11 de mayo de 1977 a las seis y treinta de la ma�ana; a�n no se hab�a levantado.  Tambi�n fueron capturados el hijo de su esposa, de 17 a�os de edad, y un hu�sped de la casa.  Los tres fueron sacados engrilletados.

 

         Les llevaron inmediatamente a una zona de la Polic�a Nacional distante como a 500 metros del lugar de la captura.  En este lugar fueron interrogados individualmente; no hubo ninguna violencia. All� permanecieron hasta las 11 de la ma�ana; el Sr. Acosta fue sacado engrilletado.  Introducido a un carro, salieron con rumbo hacia San Salvador.  A las doce horas ingresaban por el Port�n oriente del Cuartel Central de la Polic�a Nacional.

 

         Al descender del veh�culo fue vendado de los ojos y adem�s de las esposas le amarraron con un cordel los dedos pulgares, manteni�ndole de pie hasta las tres de la tarde, hora en que fue llevado al lugar donde toman fotos, huellas digitales y datos generales; luego fue conducido a un cuarto que es una bodega; continu� vendado y esposado hasta las nueve de la noche que le sacaron y le condujeron a una habitaci�n donde fue objeto del primer interrogatorio, siempre vendado y esposado, el cual dur� hasta las tres de la madrugada.  No fue objeto de golpes, s�lo amenazaron matarle si no colaboraba y le colocaron una pistola en la garganta.

 

         El viernes 13 de mayo a las 4 de la tarde fue sacado, llev�ndole al lugar donde le ficharon; all� le vendaron, esposaron y amarraron los pulgares y fue conducido a un cuarto que result� ser el mismo donde estuvo el d�a 11; aunque no ve�a se dio cuenta por ciertos objetos que al contacto le parecieron conocidos.  En este lugar fue objeto de golpes en distintas partes del cuerpo con un objeto que parec�a yatag�n, por supuesto sin dejarle huellas.  La tortura m�s cruel fueron los choques el�ctricos en la cabeza con alambres amarrados en las orejas; al mismo tiempo encontr�ndose los pies desnudos en un charco de agua con un punz�n con electricidad le maltrataban los pies, lo mismo hac�an en el est�mago.  Como a la media hora del interrogatorio le hicieron tomar una buena cantidad de aguardiente.  Esta tortura dur� hasta como a las 8 y 30 p.m.  La peor causa de la tortura fueron las mordeduras causadas en la lengua, al inflam�rsele no pod�a masticar por lo que pas� varios d�as sin comer el famoso �yoyo� �nica comida que dan a los presos y que consiste en dos tortillas peque�as con frijoles machacados.  Sin saber c�mo le result� una herida en el tobillo del pie derecho.  En ning�n momento recibi� asistencia m�dica.  No volvi� a ser torturado.

 

         Tuvo que firmar el acta de libertad en la que dec�a que le hab�an capturado para investigar sus actividades pol�ticas, que le devolv�an todas sus pertenencias y adem�s que no se le hab�a maltratado en ninguna forma.

 

         �Qu� actividades pol�ticas ten�an que investigarle y por qu� ten�an que tenerle encerrado 52 d�as?  Sus actividades pol�ticas son conocidas p�blicamente: en 1972 fue electo Diputado propietario por el Departamento de Santa Ana y en 1974 nuevamente fue electo Diputado Suplente y adem�s en la fecha de su captura ten�a el cargo de Secretario General del Partido Uni�n Democr�tica Nacionalista (UND), realiz� varias presentaciones en televisi�n, su posici�n pol�tica la manifest� tanto en la plaza p�blica como en el recinto de la Asamblea Legislativa y en cualquier lugar siempre a la luz del d�a. Ha sido y es p�blica su participaci�n pol�tica que no se puede aceptar la justificaci�n de la Polic�a Nacional que le capturaron �para investigar sus actividades pol�ticas�.

 

         8. Caso 2901

 

         El d�a jueces 14 de julio de 1977, a las 3 p.m., en plena v�a p�blica, junto con Alcides Acevedo Valladares, Rodolfo Antonio Barrera Villalta fue capturado por tres agentes de la Guardia Nacional.  Desde el momento de la captura los agentes arremetieron contra ellos a golpes a pu�o cerrado; despu�s que ya les hab�an golpeado les pidieron sus documentos personales, ya teni�ndoles amarrados de los dedos pulgares.  Dichas amarraduras les han dejado una cicatriz y adormecido el dedo pulgar del Dr. Barrera.

 

         Se les lev� a la comandancia local de la Guardia Nacional, donde les siguieron golpeando hasta hacerles sangrar de la boca y nariz con la culata del fusil, y a pu�o cerrado y puntapi�s, se les despoj� de sus cosas personales, o sea que les hacen un robo descarado; de ah� les fueron a tirar al ba�o boca abajo en el piso, donde se orina.  Ya tirados en el piso les siguen golpeando, les pisaron los dedos que ten�an amarrados caus�ndoles fuertes dolores que les hicieron sangrar.  Les ten�an con una fuerte vigilancia de seis agentes.

 

         La se�ora de Barrera, desde el momento de la captura de su marido se present� a la comandancia a preguntar sobre su captura pero dichos agentes negaron que �l estuviera detenido en dicho cuerpo.  Se present� a la polic�a nacional; tambi�n en �ste le negaron que �l estuviera detenido.  Despu�s ella se volvi� a presentar como a las 8 p.m. a la comandancia de la Guardia Nacional y le volvieron a negar.  Todav�a se encontraban en dicha comandancia.

 

         El mismo d�a de su captura les trasladaron por la noche a la capital de San Salvador, o sea al cuartel general de la Guardia Nacional; llegaron como a eso de las 10 p.m.  Se les dej� tirados en el piso; cuando los sacaron de la comandancia de San Vicente se les puso dobles esposas y se les vend� los ojos.

 

         Estando en el cuartel general de la guardia les tuvieron esposados de los pies y esposados de las manos tras la espalda; en esos primeros cuatro d�as no les dieron de comer ni de beber agua. Se les estuvo golpeando con mucha frecuencia, golpes con el pu�o cerrado, puntapi�s, con la culata del fusil, con objetos contundentes; se les amenazaba que les iban a matar, continuamente se les dec�a. El d�a domingo por la tarde el Sr. Barrera cay� con fiebre, perdiendo la noci�n del tiempo.  Se le hicieron heridas en los labios por falta de agua.  Amaneci� un nuevo d�a; �l ya no sab�a qu� d�a era...

 

         Por la ma�ana de ese d�a se les sac� a interrogatorio, donde se les sigui� golpeando a pu�o cerrado y a puntapi�s, oblig�ndoles a apostar sus acusaciones, cuando no respond�an a sus preguntas como ellos quer�an les golpeaban m�s en las partes ya da�adas con mayor intensidad, caus�ndoles fuertes dolores; a todo esto todav�a no hab�an comido nada, ni de beber agua y segu�an con los ojos vendados. Despu�s del interrogatorio se les puso choques el�ctricos; despu�s le preguntaron al Sr. Barrera en qu� d�a estaban, les respondi� que no sab�a porque un d�a antes hab�a ca�do con fiebre y que adem�s ya ten�an varios d�as de no comer ni de beber agua, adem�s de todo lo que les hab�a golpeado por varios d�as continuamente y con los ojos vendados d�a y noche.  Fue as� que ese mismo d�a por la tarde les dieron dos tortillas de ma�z con un poco de frijoles y unos sorbos de agua.

 

         A partir de ese d�a se les dio de comer una raci�n de dos tortillas y un poco de frijoles, pero a veces hab�a d�as que les daban dos tiempos o un tiempo y un poco de agua de botellas limitadamente. En cuanto al servicio, pues a veces no les llevaban, eso originaba que se orinara en los pantalones, y cuando se les llevaba eran esposados de las manos y vendados.  Les daban sesenta segundos para que hicieran sus necesidades y as� esposados ten�an que asearse.

 

         Se les vuelve a llevar a interrogatorio, se siente que est�n m�s agresivos, se les golpea m�s por todas las partes del cuerpo especialmente en las partes bajas, en el est�mago con puntapi�s. Le ponen una pistola al Sr. Barrera y le dicen que le van a matar y meterle en un saco de henequ�n y tirarle al r�o Lempa.  Despu�s le dicen que le van a sacar del pa�s; despu�s que le golpearon descalzo y semi desnudo le ponen nuevamente choque el�ctrico continuamente.

 

         Segu�a el cautiverio en el cuartel general de la guardia, en iguales condiciones: vendado los ojos, esposados de las manos y de los pies, descalzos, sin camisa, en la noche no dejaban dormir, sufr�an de fr�o, de hambre y sed, se les golpeaba en una forma espor�dica, no dejaban que platicaran.  A veces el Sr. Barrera se arriesgaba a espiar para conocer el lugar donde se encontraban; as� se dio cuenta que estaban en un pabell�n, que hab�a otros reos pol�ticos en igual forma con los ojos vendados y que ten�an m�s tiempo de estar presos, porque se les notaba que la barba les hab�a crecido mucho.  Se o�a voz de una mejor joven que la ten�an con los ojos vendados tambi�n.  Eso de espiar le cost� varias patadas en el est�mago que le causaron fuertes dolores, o sea que le lastimaron y le dijo un agente que de nada le serv�a espiar porque de all� no sal�a vivo.

 

         El d�a lunes 25 de julio por la ma�ana se les separ�.  Se le orden� al Sr. Barrera que se levante y le esposan nuevamente con las manos detr�s de la espalda.  Se le comunica que se ha decidido consignarle al cuartel general de la polic�a nacional.  Cuando ya ha bajado del pabell�n a tierra firme le quitan la venda; eso le caus� fuertes dolores en los ojos y ardor con la luz fuerte del sol, o sea que durante los diez d�as vendado de los ojos le estaban causando ya da�o, y que eso pod�a dejarle ciego.

 

         Las celdas son peque�as, con el piso h�medo, as� que para dormir se ponen hojas de peri�dicos; para cubrirse del fr�o se cubren con pedazos de cajas de cart�n, no se tiene ninguna ventilaci�n pero ni un rayo de sol.  Las celdas ni siquiera las fumigan una vez al a�o y se encuentra toda clase de insectos da�inos al ser humano.  Se les da dos veces caf� pero de nombre, ya que s�lo es agua te�ida color caf�.

 

         Se les tiene incomunicados, no pueden visitarlos amigos, compa�eros, ni siquiera la familia, porque cuando se pregunta se les niega que est� uno detenido en el cuartel general de la polic�a nacional.  Porque aqu� tiene m�s garant�as un criminal, un ladr�n o un delincuente com�n, y as� lo dicen las mismas autoridades, porque ellos dicen que un reo pol�tico es su peor enemigo.  Estando all� preso se le oblig� a cumplir 30 d�as de castigo por una falta que no hab�a cometido, m�s 12 d�as en la guardia nacional, un total de 42 d�as de prisi�n.

 

         9. Caso 2839

 

         El d�a 19 de octubre de 1977 Mar�a Imelda Rivera, de 22 a�os, y Lidia Rivera, de 10 a�os, originarias del cant�n Los Naranjos, se hicieron presentes en la Alcald�a Municipal de Las Vueltas a solicitar las partidas de nacimiento.  En este lugar fueron detenidas por agentes de la Guardia Nacional de ese lugar, quienes despu�s de esposarlas las condujeron a la Comandancia de dicho lugar, en donde las desnudaron y las violaron salvajemente.  A Mar�a Imelda Rivera la viol� el cabo y dos guardias m�s y a la ni�a de 10 a�os la violaron dos guardias. Despu�s de cometer este crimen las amenazaron con arrancarles los pechos con un cuchillo.

 

         Ambas son hermanas de ANTONIO RIVERA ORELLANA, quien fue capturado por la Guardia dos d�as antes.

 

         La ni�a ha quedado enferma de la mente y con ataques de nervios.

 

C. Situaci�n carcelaria

 

          En la parte final del p�rrafo tercero del Art�culo XXV de la Declaraci�n Americana de los Derechos y Deberes del Hombre se se�ala que �todo individuo tiene derecho a un tratamiento humano...�.  

          Por su parte, el p�rrafo tercero del Art�culo 168 de la Constituci�n Pol�tica de El Salvador dice:  

         El Estado organizar� los centros penitenciarios, con objeto de corregir a los delincuentes, educarlos, y formarles h�bitos de trabajo, procurando su readaptaci�n y la prevenci�n de los delitos.

 

          Leyes complementarias, por su parte, han organizado el sistema penitenciario salvadore�o tomando en consideraci�n los preceptos constitucionales citados.  

          La Comisi�n Especial con ocasi�n de su observaci�n �in loco� a El Salvador tuvo oportunidad de visitar los siguientes sitios de detenci�n:  

                    1.          Penitenciar�a Occidental de Santa Ana

                    2.          Penitenciar�a Nacional de Oriente en San Vicente

          3. Centro de Rehabilitaci�n de Mujeres, El Buen Pastor, en San Salvador

          4. Guardia Nacional, San Salvador

          5. Polic�a Nacional en San Salvador

          6. Polic�a de Hacienda en San Salvador

 

          Para apreciar las condiciones de dichos recintos carcelarios y sitios de detenci�n es menester hacer una distinci�n entre aquellos que se destinan a los detenidos de car�cter pol�tico, incluyendo dentro de �stos a personas a quienes se les imputa haber cometido actos de terrorismo, y los sitios empleados para la reclusi�n de los delincuentes comunes.  

          Las celdas �llamadas bartolinas en El Salvador�que la Comisi�n Especial observ� en la Polic�a de Hacienda y especialmente en la Guardia Nacional �empleadas, a veces, para cortas detenciones y otras para la reclusi�n indefinida de presos pol�ticos�2 son sitios cuyas dimensiones de un metro cuadrado no permiten a una persona adulta acostarse sin doblar las piernas; las paredes estaban totalmente cubiertas de cucarachas; y carecen de la m�s m�nima luz y ventilaci�n. Estas celdas, verdaderas erg�stulas, por su exiguo tama�o, falta de luz y ventilaci�n, carentes de las m�s m�nimas condiciones higi�nicas y aislamiento, constituyen ciertamente un tratamiento inhumano incompatible con la Declaraci�n Americana.  

          En cambio, si bien los sitios de reclusi�n y detenci�n que la Comisi�n Especial observ� en las Penitenciar�as de Santa Ana y San Vicente y en la Polic�a Nacional tienen serias deficiencias, �stas no pueden imputarse a un tratamiento cruel de parte de las autoridades salvadore�as sino a las limitaciones econ�micas del pa�s.  En efecto, la Comisi�n Especial no recibi� mayores quejas de parte de los reclusos y detenidos y constat� una buena disposici�n de parte de las autoridades en orden a ayudar a los presos en sus problemas y dificultades.  

          En lo que respecta al Centro de Rehabilitaci�n de Mujeres, la Comisi�n Especial qued� favorablemente impresionada por las condiciones materiales y espirituales de que gozan las recluidas.  

          Cabe destacar por �ltimo, que en la visita efectuada por la Comisi�n Especial al se�or Ministro de Justicia, �ste le inform� que dentro de un corto plazo quedar� instalada, cerca de la capital una moderna c�rcel con condiciones m�s favorables para los recluidos.

 

D.          Denuncias de Abusos y Atrocidades en el Campo  

          Un gran porcentaje de las denuncias de violaci�n de la integridad de la persona hacen referencia a desmanes y atrocidades cometidas en sectores rurales del pa�s por miembros de la Guardia Nacional y la Polic�a de Hacienda.  Algunos reclamantes alegan que estas acciones forman parte de un plan para intimidar a los campesinos e interferir con la organizaci�n de movimientos laborales en el campo.  

          Como se ver� en el Cap�tulo V, en muchas de las denuncias referentes a la detenci�n arbitraria y falta de proceso regular, se alegan motivos pol�ticos y laborales relacionados con la vida econ�mica rural.  Asimismo, se ha hecho menci�n, en otros cap�tulos, de graves actos de violencia cometidos contra campesinos y de abusos de comunidades enteras.  Aqu� se dar�n a conocer algunas denuncias de casos individuales que han sucedido en el campo.  

         1. Caso 2844

 

         El 25 de septiembre de 1977, la Polic�a de Hacienda asesin� a base de torturas salvajes, al agr�nomo Francisco Leiva, a orillas del r�o Chacalguaca, en el Cant�n Upatoro del Municipio de Chalatenango. Lo sorprendieron cuando paseaba para almorzar junto con su esposa. El cad�ver mostraba se�ales de tortura y hab�a sido castrado.

 

         2. Caso 2628

 

         El d�a 28 de septiembre de 1977, a las 6 a.m., miembros de la Guardia Nacional llegaron a la casa de la viuda Justa Calder�n. Violaron a su hija, Blanca Rivera.  Un Cabo la mand� esposar, arrastr�ndola luego de su casa hasta el monte donde se aprovech� de ella.

 

         3. Caso 2842

 

         El d�a 17 de octubre de 1977, en el cant�n los Naranjos, miembros de la Guardia Nacional saquearon la humilde tiendecita de Lidia Delgado, campesina muy pobre que con su negocio apenas gana para sobrevivir con su familia.  Despu�s del saqueo, el Cabo la viol� mientras sus c�mplices y sirvientes �guardaban vigilancia� para que nadie se acercara.

 

         4. Caso 2848

 

         El 27 de octubre de 1977, cuatro miembros de la Guardia Nacional de las Vueltas, bajo el mando del Cabo H�ctor Lorenzana Olmos, llegaron a la casa del campesino Te�filo Calder�n y se dedican a machetearle los muebles, dej�ndole partidas la cama y la hamaca. Despu�s violaron a Luc�a Calder�n y saquearon varias casas.

 

         5. Caso 2831

 

         El 3 de noviembre de 1977 lleg� un grupo de cadetes del Ej�rcito de Ocicala para llevar a cabo un registro de ese sector.  Al comenzar a registrar a unos pasajeros de un bus, un individuo dispar� al sargento.  �ste devolvi� el fuego y lo mat�.  La Guardia Nacional declar� que el muerto hab�a sido guerrillero.  Aunque no se lo hab�a visto anteriormente en el pueblo, como consecuencia de este incidente, el Ej�rcito ocup� el pueblo en las primeras horas de la noche con tropas y armas pesadas.  Se hizo una b�squeda de casa en casa, de armas, Biblias y propaganda subversiva.  Primero ocuparon la Iglesia, interrumpiendo un servicio religioso.  El p�rroco Padre Miguel Ventura, dos catequistas, Raymundo y Porfirio Argueta, y el sacrist�n, Augusto Lobos fueron arrestados.

 

         Ataron las manos del Padre Ventura a los hombros, colg�ndole de ellos.  En esta posici�n, le golpearon la cara y el est�mago mientras le interrogaban.  Trataron de hacerle confesar que estaba con los guerrilleros.  Durante la interrogaci�n, los miembros de la Guardia acusaron al Arzobispo de San Salvador, Monse�or Romero, y a los jesuitas, de ser comunistas, de estar con los guerrilleros y de haber introducido en el pa�s el marxismo.  Dijeron repetidamente que iban a matar al Padre Rutilio S�nchez, p�rroco de San Mart�n (a 20 kil�metros de San Salvador).  Le pegaron al sacrist�n y a los catequistas, y les quemaron los pies durante la interrogaci�n.

 

         6. Caso 2834

 

         El 9 de noviembre de 1977, cuatro polic�as de Hacienda arrestaron a Justo Mej�a.  De inmediato comenzaron a golpearle, poni�ndole en un cami�n propiedad de Enrique Cardoza, un colaborador del Gobierno residente de Cant�n Ocotal, y llev�ndolo hacia San Fernando.  A medio camino, lo sacaron del cami�n y empezaron a golpearle salvajemente.  Su cad�ver fue encontrado en un abismo, con los brazos y piernas rotas, los ojos vaciados y la cabeza separada del cuerpo.  Este incidente tuvo lugar en el Departamento de Chalatenango.  

 

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1   Convenci�n Americana sobre Derechos Humanos

Art�culo 5.  Derecho a la Integridad Personal

1.            Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad f�sica, ps�quica y moral.

2.            Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.  Toda persona privada de libertad ser� tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.

3.            La pena no puede trascender de la persona del delincuente.

...

6.            Las penas privativas de la libertad tendr�n como finalidad esencial la reforma y la readaptaci�n social de los condenados.

2   Se usa en este Informe la expresi�n �presos pol�ticos� en el sentido de personas privadas de libertad bajo acusaci�n de infracci�n de las leyes internas sobre Seguridad del Estado y otros conceptos similares.  Estas personas son generalmente detenidas sin que se les presente una orden escrita emanada de autoridad competente y a quienes se les niega el debido proceso legal.